Hoy, porque es sábado (día en el que hago lo que más me gusta) amanecí con ganas de contarles una historia. El de la foto es "Tato". Sí, es un pitbull, es cariñoso, tierno, ágil y sobre todo es muy buena compañía.
Ahora que empiezo a recordar para convertir en palabras tantas imágenes que reposan en mi mente, siento por un segundo la amarga sensación de querer cambiar los hechos, tal vez para quedar bien o quizás para limpiar mi conciencia y creer que yo nunca fui una de esas personas que juzga a un pitbull, simplemente por su apariencia o por la impresión que nos proyectan los medios sobre esta raza.
También quiero decirles que me siento no sólo con las ganas de compartir la historia de Tato, sino en el deber deber de mostrarles mediante mi experiencia, que no es bueno juzgar a los animales sin conocerlos (mucho menos a los pitbulls). Como muchos de ustedes, yo también pensaba que esta raza era agresiva, odiosa y que sería mi última opción al adoptar un perro.
Y todo empezó un buen día. Mi novio (que ya tenía un perro adoptado) me dijo que quería otro perro, para que le hiciera compañía al "Negro". El Negro, que ven en la foto, es un perro adulto, y a pesar de su linaje dudoso, se roba todas las miradas en el parque.
En esa época yo aún no vivía con Iván, entonces me pareció prudente ceder (ya que yo no sería particularmente la encargada de la jauría, o al menos eso pensaba en el momento). Le dije - "Sí, chévere otro perro". Al parecer no medí bien las consecuencias de mis palabras. Al día siguiente, llegue a la casa de Iván y me encontré con la amable sorpresa de ver un pitbull sentado en la mitad de la sala, mirándome un poco golpeado. Ese era Tato.
Me cuesta aceptar que en el momento en que vi semejante figura en la sala, me sentí bastante molesta, me pareció una irresponsabilidad tener un pitbull. Siempre pensé que esta raza era agresiva. Me identificaba más con un golden retriever, con un yorkshire terrier, incluso con un serio pastor alemán. Intenté convencer a Iván de que había tomado una mala decisión. También intenté manipularlo para que devolviera a Tato, (me inventé más de una excusa para tener que prescindir de su compañía). Incluso intenté obligarlo a decidir entre Tato y yo, pero no me fue muy bien con esa última estrategia. Un buen día tomé la determinación de darle una oportunidad al perro, y empecé por investigar más sobre su raza.
A los que se preguntan como yo, porqué la mala fama de esta raza, los invito a que lean el siguiente artículo corto de Jon Bastian. Tiene un resumen sobre su posible origen, y unos comentarios interesante sobre la difamación de estos perros.
http://www.cesarsway.com/ espanol/caracteristicas-de- perros/Por-Que-Los-Pit-Bull- Tienen-Tan-Mala-Fama
Ahora, como dice el sabio dicho popular, nunca digas "de esa agua no beberé. A los pocos meses me fui a vivir con Iván, y esa jauría que yo veía como " los perros de Iván", se convirtió en mi familia. Acá pueden ver una foto de tato ayudándome a desempacar en nuestra nueva casa.
Tato es muy buena compañía, es amoroso, inteligente, tierno, y es mi mejor modelo para tomar fotos (es más posudo que yo). Al igual que Iván, Tato conquistó mi corazón, pero a diferencia de él, a Tato le costó menos trabajo. Me siento muy satisfecha al poder decir que la mejor decisión fue darle una segunda oportunidad. Él Me alegra todos y cada uno de los días.
Les dejó estas estadísticas, para que entiendan un poco más la importancia de conocer esta raza antes de juzgarla.
También les dejo este link, donde pueden ver una gráfica que ilustra estadísticas de los pitbulls en Estados Unidos.
Hasta la próxima, y gracias por motivarme a seguir compartiendo historias con ustedes. Nos despedimos Tato y yo.